RESUMEN ARQUEOLÓGICO
Los testimonios mas antiguos de ocupación humana en el término municipal de
Mazarrón se remontan al Paleolítico medio. Corresponde a este periodo el
material lítico hallado en el dragado del puerto de Mazarrón, a unos 4 m de
profundidad, en las proximidades del dique del Faro, en lo que se conoce como la
Peñica. Esta formado por raeduras, perforadores, escotaduras, cuchillos de
dorso natural y numerosas lascas procedentes del descortezado de los nucleos
originales de silex.
Al Paleolítico Superior podría corresponder la industria lítica hallada
por Siret en las Cuevas de Morote y Las Palomas, mientras que al Solutrense
parecen referirse los materiales líticos de las cuevas de Los Tollos, El
Pañomarico y De Hernández Ros. La fase final del Paleolítico, Magdaleniense
Superior y un Epipaleolítico inicial se documenta en la cueva Del Algarrobo en
la sierra del mismo nombre y junto a la rambla homónima.
Tras un vacio cultural y cronológico determinado por la ausencia de
testimonios pertenecientes al Neolítico, se constata una ocupación clara del
territorio a partir del 3er milenio a. de C., durante el periodo
definido como Eneolítico.
Los yacimientos mas significativos son los del Cabezo del Plomo y Cabezo de
las Viboras.. De estos dos, el primero, ubicado en las estribaciones mas orientales de la sierra de Almenara, presenta casas levantadas mediante la
alternancia de hileras de piedras horizontales e inclinadas y techos de cañas y
madera atados con esparto e impermeabilizados con barro. Son muy frecuentes las
pesas de telar de distinto tamaño. En el término de Mazarrón, poblados
representativos de este periodo, que se conoce como Cultura del Argar, son los
de Ifre, Cerrico Jardín, Las Viboras y Las Toscas de María. La continuidad y
el transito al 1er milenio a. de C. en que se constatan con claridad
impulsos coloniales intensos desde el Mediterraneo oriental se refleja en el
litoral a través del pequeño promontorio de Los Gavilanes, donde se documenta
una ocupación durante el Bronce tardío y final y una pervivencia, a través de
cerámicas de filiación fenicia, en el Hierro antiguo, y en el interior, el
yacimiento de la Fuente Amarga.
La frecuentación de nuestras costas por los fenicios, muy probablemente ya a
la búsqueda de los ricos recursos metalíferos (plata y plomo fundamentalmente)
de las sierras de Mazarrón, halla su confirmación en los restos arqueológicos
encontrados en la playa de La Isla y en Los Gavilanes, el primer hallazgo es
crucial en la arqueología submarina, pues, además de un abundante lote de
ánforas, se ha extraido parte de un barco fenicio que tiene una antigüedad de
más de 2.600 años. La continuidad de explotación de los bárquidas quedaría
constatada por el taller metalúrgico de Los Gavilanes y probablemente
tambiénpor el tesorillo del Cortijo del Saladillo, descubierto en 1861 y
compuesto por casi un centenar de monedas de plata acuñadas entre el 237 y el
206 a. de C.
La proximidad a la estratégica ciudad de Carthago Nova y los abundantes
recursos mineros provocan un arapido proceso de conquista y de integración que
se refleja en su rapida romanización Durante toda la epoca tardo-republicana,
la historia del territorio discurre paralela y, en gran parte, subordinada a la
de la ciudad portuaria. Los testimonios de esta rapida ocupación del
territorio, sobre todo el espacio mas próximo alos afloramientos de plata, se
reflejan en las cerámicas de barniz negro halladas en la Loma de Sánchez y en
el Coto Fortuna. A finales del siglo 2º a. de C. y principios del 1º a. de C.,
se produce un notable incremento de la explotación y los restos arqueológicos
se multiplican en todo el entorno de los cotos mineros de Mazarrón: cabezos de
San Cristobal y Perules (minas triunfo,
San Antonio de Padua, Esperanza, etc,.),
Coto Fortuna y Pedreras Viejas. A este periodo corresponden tambien la mayor
parte de los hornos y escoriales de fundición identificados entre los que
destaca, el de la Loma delas Herrerias.
Sin embargo, el hallazgo mas significativo, y a la vez controvertido, de la
arqueología de Mazarrón lo constituyen 3 esculturas descubiertas en 1776 en el
barrio de la Serreta, en el mismo casco urbano. Se trata de un grupo
escultórico formado por dos togados, personificación habitual del Genio,
y una representación de la Terra Mater que constituyen uno de los
ejemplos más paradigmáticos de la plástica provincial hispana. La figura
femenina aparece sentada sobre sella cubierta por un manto decorado en sus
extremos y viste una larga túnica ceñida al cuerpo sobre la que se dispone un
manto o palla; sobre el regazo sostiene abundantes frutos y hojas al tiempo que
con la mano izquierda portaba una cornucopia cuyas trazas se han conservado
junto al hombro. Las figuras masculinas, de pie, portan toga u túnica. Las tres
han perdido la cabeza, brazos y, también una de las figuras masculinas, los
pies, en la actualidad reconstruidos en escayola. Los pedestales epigráficos
que acompañan a las tres esculturas han sido motivo de multiples
interpretaciones. Su transcripción es la siguiente:
GENIO. S. M. F. SACRVM ALBANVS, DISP. |
MATRI, TERRA E, SACRVM, ALBANVS, DISP, |
GENIO, LOCI,
FICARIENSI, SACRVM, ALBANVS, DISPENS, |
Las abreviaturas s. m. de la primera inscripción, relacionada con la linea 1
de la segunda, han dado pie a varias hipotesis. Asi, el loci ficariensi, o
"lugar de los higos", se ha interpretado, desarrollando las citadas
abreviaturas, con el nombre de un municipii creado en epoca flavia, fecha
que tradicionalmente se ha atribuido a las esculturas. Ahondando en esta
hipotesis, se ha desarrollado la abreviatura como s(enatus) m(unicipii)
ficariensi. En cualquier caso, esta interpretación ha carecido siempre de un
soporte arqueológico concreto, ya que al problema exacto del lugar de hallazgo
de las esculturas y su posible entorno arqueológico y material se ha sumado el
desfase cronológico que existe entre los restos materiales recuperados junto a
los afloramientos y centros minerometalurgicos y la fecha que se atribuye a las
esculturas. De ahí que en las últimas publicaciones sobre este conjunto
escultórico se tienda a vincularlo con un centro o explotación agrícola de
carácter privado y concretamente con un fundus (del cual Albanus pudo
ser el dispensador o administrador) famoso o especializado en la producción de
higos. Analizando los yacimientos descubiertos en el entorno más inmediato al
casco urbano, y sobre el contexto material en que se sustentan, es el de Finca
Petén, tambiénllamado cabezo del Hierro, el que por entidad y cronología
ofrece un mejor marco para las esculturas.
Por otra parte, la cerámica sigillata tardo-itallica y sudgálica
hallada en los dragados del puerto de Mazarrón, permite determinar la
continuidad de los intercambios comerciales durante todo el siglo 1º d. de. C.,
e incluso algunos
yacimientos costeros como el de la playa Percheles y
el Caraleño nos muestran una ocupación continuada durante el siglo 2º y quizas
parte del 3º d. de C., aunque muy probablemente vinculados ya a otras
alternativas económicas distintas a las minero-metalúrgicas que pudieron estar
en sus orígenes. Lo mismo sucede con una serie de villae de carácter
agorpecuario situadas en el interior del territorio que conocen un momento de
expansión entre los siglos II y III d. de C. Los yacimientos más
significativos son los de la Majada, la Ciñuela, Ifre y Llano de Ceperos. Tan
solo en el Coto Fortuna hallamos una continuidad lineal en su cultura material
hasta inicios del siglo V d. de C. que podría estar en relación con un posible
proceso de reactivación de algunos centros mineros explotados durante época
tardo-republicana y los primeros decenios del siglo I d. de C. Por el contrario,
el gran desarrollo y apogeo de este territorio durante este periodo de los
siglos IV y, al menos, parte del V d. de C. se produce en todo el tramo litoral
situado entre La azohía y Aguilas. Participan de esta reactivación económica
y comercial una serie de factorías dedicadas a la elaboración de garum
o salazón de pescado que se exporta en pequeñas botellas o anforillas de un
litro aproximadamente de capacidad, fabricadas en hornos situados en las
proximidades de los mismos centros de elaboración del pescado. Los ejemplos
más significativos son los de La Azohía, el Mojón, Castellar y, sobre todo,
el puerto de Mazarrón. Todas estas instalaciones son, en parte herederas de villae
o asentamientos de menor tamaño, en algunas de las cuales, como la del Rihuete,
se rastrea una ocupación relacionada con actividades pesqueras.